22 de mayo de 2009

LAS NARRACIONES O RELATOS DE MI PUEBLO: MOQUEGUA e ILO

Relatos de mi localidad:

LA BOCA DEL SAPO
Hace mucho tiempo cuando el puerto de Ilo estaba en pleno crecimiento, el gobierno peruano mandó a inspeccionar el terreno para la construcción de la vía férrea para el paso de “Kalamaso” -esto hace muchos años atrás- a un grupo de obreros, el objetivo era observar por donde debería de pasar la línea férrea del futuro tren que vendría de Moquegua. Empezaron, los obreros, desde la zona denominada “Bello Horizonte”, caminaron por el acantilado de los cerros y no encontraron ninguna dificultad, pero cosa curiosa, avistaron un cerro de forma muy peculiar, tenía la forma de una boca, esto por la zona de Miramar.

Tras larga caminata, los obreros se pusieron a descansar en las faldas de este último cerro, pero un curioso trabajador quería explorar aquel cerro de extrañas formas; en el momento del descanso se fue a la cima y todos lo avistaron atónitos por tal osadía.

Todos esperaban el regreso de su compañero de trabajo pero este no llegaba, pasó el tiempo y la preocupación comenzó a inquietar a los demás obreros. Se decidieron en ir a buscarlo, ingresaron a la abertura del cerro de extrañas formas y no encontraron nada, sólo uno de ellos pudo ver a un sapo muerto que no le tomó mucha importancia. Los hombres seguían con la búsqueda, pero los resultados eran desalentadores.

Al atardecer regresaron al Campamento donde reportaron la desaparición de su compañero al jefe de la expedición. La búsqueda fue intensa durante varios días sin resultados positivos. Nunca apareció este muchacho, decía la gente, por esos tiempos, que la boca se había tragado al hombre que había venido a inspeccionar la ruta que tendría el “Kalamaso”. Hoy a ese cerro lo llaman “La boca del sapo”, ubicado más allá de Miramar, en la provincia de Ilo.

Freddy Coapaza Ccama


CHICOTÍN

Eran las siete de la mañana y la angustia del niño brotaba hermosamente de su blanco corazón. Sería el primer día de clases. ¿Cómo será? Seguro vendrán muchos niños, se jugará con todos ellos. Eran las preguntas y aflicciones de Chicotín. Su madre lo había preparado para tan enorme acontecimiento, su hermana Lourdes le dijo todo lo que tenía que decir cuando lo llamen. Ella había estudiado con la señorita Mary y alguna vez le había dicho a su mamá: ¡Qué educada es Lula! y su hijito ¿Cuándo irá a la escuela? Y Chicotín se escondía, se reía tímidamente cuando la profesora lo llamaba.

¿Qué bonita era la profesora? y Chicotín ya quería ir a la escuela.

Ese día los minutos no pasaban y Chicotin ya listo, esperó a su hermana y a su madre para que le llevaran al Colegio.

- No te vayas a poner nervioso, la Srta. Mary te va a llamar y tú vas a decir ¡Presente Señorita! Le recalcaba Lourdes. Ella era la mayor y ya iba al Colegio.

Muchos niños estaban con sus madres, esperando la formación, cuando una voz socarrona se escuchó por allí... ¡Los de Primero! Y todas las madres e hijos se fueron por donde indicaba una maestra muy viejecita. ¿Por aquí, por aquí!...

Todos formaban y estaban separados de sus familiares, pero al llamar a cada uno por sus nombres la fila se disolvió por la presencia de las mamás que jalaban a sus hijos para que entren al salón.

Allí estaba la señorita Mary, llamando a sus nuevos alumnos del ler. Grado y los niños estaban felices.

- No te olvides, le recordó su hermana, lo que vas a decir Cuando te llamen.

- Sí, diré ¡Presente Señorita! repitió Chicotín.

Así pasaron segundo tras segundo cuando se escuchó:
- ¡Chicotín Gonzáles!

Y Chicotín dijo muy emocionado

- ¡Presente Señorita!

Y la gente se comenzó a reír. Era el profesor Élmer Alvarado llamando al nuevo grupo de alumnos de ler. Grado.

Mario Poma Curi

Leyendas de mi Localidad y la Región:

EL GUARDIAN DEL CERRO BAUL

No se puede ubicar de donde sale ese maravillo animal. Sale bramando, dicen algunos; otros dicen que tranquilo corre por las faldas del cerro. Sale de noche, entre el límite de un día y otro día, arrastrando una larga cadena de oro. Es un toro barroso, cuentan. Es negro chillo, dicen otros. Los más afirman que es dorado, oro puro, como si el sol estuviera correteando por el cerro al filo de la media noche. Nadie dice que es verde o azul, pero podría ser. Aparece y desaparece. Muchos hablan que lo han llegado a ver, pero no es creíble; porque el día que alguien lo vea se a encantar, quedará convertido en piedra; es posible que muchas piedras que hay en ese lugar sean de cristianos que lo vieron retozando con su cadena de oro.

Antes de que el guardián sea un toro, era una enorme serpiente, la que agitaba su tremenda cola golpeando los hielos y las aguas de los ríos y lagunas para que desciendan de las alturas de los valles. Era una criatura propia de las tierras libres, vivía oculta de las miradas de los hombres. Habitaba compartiendo los misterios de la entraña nocturna y salía cuando era necesario para que las aguas lleguen a las tierras sedientas de la costa.

No se sabe el momento o la época cuando el toro reemplazó al inmenso ofidio enemigo de las acequias.

Ahora en el Cerro Baúl merodea un toro con una larga cadena de oro. Así dicen. Nadie lo ha visto. Otros dicen que es una cadena que sirve para aherrojar, oprimir, el espíritu rebelde del Cerro Baúl; que el toro es el guardián que impide que la serpiente salga a la superficie para que el agua baje a los valles a fructificar las tierras. Muchas cosas e historias se cuentan. El hecho real es que aquí me encuentro desde hace muchos años esperando que salga ese cornúpeta para adorarlo o … para matarlo.
Mitos, Leyendas y Cuentos de Moquegua
Victor Arpasi Flores
EL HOMBRE CABEZA DE GORILA
Esto sucedió tiempo atrás, en épocas ya pasadas. Ocurrió en nuestro puerto, donde existía un hombre honesto, caballero y gentil con toda la gente. Se llamaba Francisco y se dedicaba a labores de zapatero. Un día Francisco salía de su trabajo ubicado en un callejón muy sucio y desordenado, cuando se encontró con un hombre cuya cabeza se parecía al de un gorila quien le preguntó sobre si conocía a un zapatero, Francisco mirándolo preocupado le responde “yo soy el zapatero que buscas” entonces el amigo con cabeza de gorila le dijo que tenía un trabajo para él. Preguntando Francisco sobre el trabajo, el hombre con cabeza de gorila cayó desválido al suelo, pidió ayuda, entre balbuceos y frases incoherentes y nadie había, solo Francisco, quien lo llevó a su casa para tratarlo.

Este hombre de aspecto sorprendente se quedó a dormir en casa de Francisco, después salió por la mañana sigilosamente llevándose unos zapatos de color marrón que tenía Francisco, quien al despertar se dio cuenta que le faltaban los zapatos de color marrón y no dudó en echarle la culpa al hombre que había auxiliado el día anterior, salió preocupado y furioso a buscarlo.

Este hombre de cabeza extraña se escondió en una playa cercana a Montecarlo, cuando creyó que nadie lo perseguía subió a la punta de una peña para mostrar al horizonte los zapatos de color marrón que había robado. En ese momento el zapatero Francisco llega observando lo que hacía el hombre cabeza de gorila, cuando se escuchó una voz ruidosa que le decía “ estos zapatos son viejos, no los quiero, te voy a castigar por este atrevimiento, convertiré tu cabeza en una peña grande por el resto de los siglos”. Era el Dios del Mar que esperaba entrar a su reino con vestimenta nueva. Francisco asustado se fue corriendo a contar a sus amigos de lo que había visto y nadie le creyó, entonces, el zapatero volvió a la playa Montecarlo y vio desde lejos una cabeza de gorila esculpida en una peña, después murió sin volver a contar a nadie de lo que había visto.

Ahora nosotros podemos ver al hombre cabeza de gorila cada vez que vayamos a Ciudad Nueva y pasemos por la playa Montecarlo, allí está esperando al Dios del Mar para que lo desencante y vuelva a ser el mismo de antes.
Mario Poma Curi

Cuentos de mi localidad:
LORENA Y SU HATO

Desde que nació Lorena, algunos decían que se parecía a su tía, tenía la misma mirada y hasta la forma de comportarse era parecida.

Después que su madre murió de una enfermedad que nadie conocía, Lorena se quedó al cuidado de su padre y una tía, que hacía las veces de su madre. Poco a poco aprendió a cuidar el hato que le había dejado su madre antes de morir; y su padre, para que su vida no transcurra en soledad, se casó con Sofía, su nueva compañera. Viendo la tía que su presencia para el cuidado de Lorena estaba ya remplazada, se alejó de la sobrina para rehacer su vida en otro lugar.

Lorena y la madrastra no se entendían, siempre se ponían ha discutir. Pedro, el padre de Lorena, cansado de renegar por el comportamiento de ambas, terminó enfermo. A Lorena no le importaba Sofía, ella se preocupaba de su hato y con ellos se entendía mejor que con la madrastra, el encuentro diario era en las horas de las comidas y también el momento de los problemas, por eso, antes que comiencen a discutir Lorena siempre se iba a ver su hato que lo esperaba ansioso para su pastoreo.

Un día su padre se acordó que antes decían que su hija se parecía mucho a su tía, su cuñada; más todavía, se acordó del tiempo que la tía vivía con ellos y todo lo que le había enseñado. Estaba muy feliz, pero no comprendía porque su hija se comportaba de ésa manera si todo se le había dado. Ambas, hijastra y madrastra, vivían de cuidar sus hatos, ellos les daban la subsistencia, si algo faltaba vendían uno o dos corderos y todo estaba solucionado, pero cada una de ellas siempre vivían por su lado y a su manera.

Los días pasaban y el padre, viejo y cansado, no sabía qué hacer para que su hija y su esposa se reconciliaran, una vez le dijo a su hija “¿qué pasa hija, por qué tratas así a Sofía?” Y ella sin inmutarse le respondió “ ella no es mi madre, a mi madre nunca le diste lo que le das a ella. Lo que te pide ella tú se lo das”. El padre estaba acongojado, no se había dado cuenta que su hija, ya mayor, se daba cuenta de todo. Sin embargo tras esta conversación el comportamiento de Lorena no cambió, al contrario le dio oportunidad para responder y enfrentar cualquier situación con su madrastra, una vez le dijo “Oye, cuídate, sólo por que mi padre está con nosotros no te trato de otra manera, porque sino sería peor”. No pasó mucho de esto, el padre murió, estaba cansado del enfrentamiento de Lorena con su madrastra, todo para ellas era discusión y peleas. La muerte de Pedro, también fue otro motivo de discusión, Lorena echaba la culpa a Sofía y ésta a la otra. El día del entierro no faltaron los amigos del deudo que se dieron cuenta de estas rencillas, las peleas eran cotidianas, los motivos no faltaban.

Después de la muerte del padre, cada una de las mujeres se dedicó a trabajar y cuidar su hato, ninguna de ellas quería perder ni uno de sus animales y en el pastoreo había muchas veces que coincidían en los lugares que acostumbraban pastar, pero quien ganaba de irreverente era siempre Lorena, que en último de sus recursos le increpaba la edad mayor de Sofía, “vieja”, le decía.

Los años no pasan en vano, y Sofía ya bordeaba los setenta años, no podía hacer lo que, otrora, en su juventud hacía, ya se le estaban acabando los animales. Un día al cruzarse con Lorena le dijo que le vendiera unos cuantos corderos y ovejas que ella ya no tenía, pero esta le dijo tajantemente ¡No!. Sofía se quedó muy triste y entre si se dijo: “Ni un año va a pasar, ni un mes va a pasar, que tendrás que pagar todo lo malo que hiciste, y quizá ninguna semana pasará o en el momento que tú no te imaginas, te quedarás sin moverte, sin hablar, serás como las piedras que están regadas en el sendero de los caminos” y se puso a llorar amargamente de su vida.

Los días transcurrían y las mujeres no se reconciliaban, cierta vez, ambas salieron muy temprano a realizar sus faenas diarias, era ya muy tarde y ninguna de las dos regresaba. La tía, muy viejita ella, la que decían que se parecía a Lorena, al enterarse se fue en busca de su sobrina, no la encontró, solo halló a Sofía muerta sentada junto a su perrito que aullaba muy adolorido, llanto de queja que no entendía el porqué de la muerte de su ama.

Volvió la tía al pueblo llorando y trayendo el cuerpo de la madrastra para darle sepultura, pasaron días y la sobrina no regresaba,” se habrá ido con algún muchacho” pensó la tía muy preocupada, se resignaba a que algo le haya ocurrido, sin embargo, su corazón no estaba conforme con lo que sucedía, quería volver a ver a Lorena. En su caminar diario en busca de la joven, aquella vez, se sentó a descansar en unos terrenos de poco sembrío, cuando acariciando una piedra suponiendo que era una oveja, se puso a llorar y desde lejos, con sus ojos llorosos divisó a una mujer que caminaba, pero ella al llamarla no la escuchaba, al contrario pensó que se iba y al querer alcanzarla tropezó con una de las piedras regadas en el camino y nadie la pudo auxiliar.

Esa noche la gente muy preocupada por la demora en volver la tía, comenzó a buscarla, con lámparas y candiles, formando grupos, se fueron por los diversos caminos que nacen del pueblo. Al amanecer del día siguiente, un grupo de ellos encontró a la tía muerta entre unos peñascos y al revisar muy bien el lugar se sorprendieron al ver que una de las peñas tenía la forma de una joven mujer rodeada de piedras que parecían ser sus ovejitas y corderos. Nadie sospechó nada, pero la gente piensa que ella es Lorena y su hato, que Dios la castigó por su perversidad y maldad; si alguien quiere constatar de lo que se cuenta, vaya al valle de Ilo, en el distrito del Algarrobal, y verá cerca de la hacienda Chiribaya a la pastora y su rebaño convertida en piedra.

Esto se cuenta desde hace tiempo, cuando en las lomas de Ilo los pastores de las zonas vecinas venían a pastar sus animales en las majadas, y en las laderas formaban sus pequeñas chozas para su refugio.
Mario Poma Curi
FRANCISCO, ANTONIO E IGNACIO

Cuenta la gente, desde hace ya mucho tiempo atrás, que tres hombres venidos de lugares extraños visitaron las tierras andinas situadas entre Moquegua y Puno. Uno de ellos llamado Francisco no quiso caminar más y se quedó en el pueblo de Tiquillaca, voy a ser ganadero en estas pampas se dijo y no pensándolo más, se estableció con la gente del lugar. Todos estaban contentos con él. Era un ganadero amable y bondadoso, curaba a los enfermos y ayudaba a los más necesitados, se hizo querer tanto, que todos lo creyeron santo, es por ello que en honor a este gran hombre el pueblo tomó su nombre para después llamarse San Francisco de Tiquillaca y es como se conoce hasta hoy.

De los otros dos hombres uno llamado Antonio se quedó en un lugar llamado Esquilache, zona rica en oro y minerales, voy hacer minero dijo para sí y no queriendo dar un paso atrás se adelantó para ingresar a la ciudad, mientras el otro hombre lo miraba perderse por los peñascos. Antonio conocía el oficio del minero por eso no le fue difícil adaptarse al trabajo diario. Con la gente también se portó bien enseñando las bondades de los hombres como hijos de Dios. Ayudaba a todos, no miraba distingos en nadie, era un hombre sabio y bueno. La gente pensaba que Dios le había mandado a Antonio a enseñar a los hombres a no ser tan codiciosos con el oro de aquel lugar. Por ello, cuando murió Antonio le hicieron una iglesia para recordarlo siempre. Por eso que en aquella iglesia la gente piensa que esta enterrado Antonio, que a los favores de Dios, el lugar fue llamado para la posteridad como San Antonio de Esquilache.

El último de los viajeros se llamaba Ignacio, este hombre era fuerte, en su juventud había sido militar, tenía gran resistencia en el viaje, buscaba un buen lugar donde quedarse, quiero un lugar donde sembrar y cosechar pensaba, y mirando a un lugar y otro, avistó el cerro Chucapaca y se quedó a descansar, no, este sitio es frío, no es bueno para la agricultura, murmuraba para sus adentros. Voy a ir más abajo concluyó. Caminó más adentro y observó una pampa más allá del cerro Cruzani. Allí hay tierras favorables sonrió alegremente. Ignacio había llegado al lugar que deseaba, pero al llegar a la ciudad, la gente no se encontraba en sus casas, solo observó a un niño que pastaba muy cerca sus llamitas y alpacas, con él entabló una a amistad entrañable en esa tarde, pero Ignacio tenía que volver al cerro Chucapaca donde había pernoctado el día anterior, pues se hacía de noche y la oscuridad comenzaba a reinar en la ciudad. Al día siguiente volvió al pueblo y la gente ya se había ido a trabajar, sólo encontró al niño que el día anterior se encontraba con sus llamitas y alpacas. Lo saludó y preguntó por sus padres, el niño no le respondió. Le dio un pan y el niño le dijo gracias. Ignacio le pidió que no contara a nadie del pueblo que se encontró con él, sin embargo el niño, le dijo a su madre que todos los días un hombre blanco con un terno negro baja del cerro Chucapaca y le da regalos y pan. La gente se asustó un poco y subió a la altura del cerro Chucapaca y no encontró nadie. Sin embargo el niño lo miraba sentado mirando la pampa por el cerro Cruzani pero nadie más lo miraba. Entonces Ignacio le dijo al oído, si la gente quiere verme que me construya una casa y yo bajaré a encontrame con ellos. Es así como la gente comprendió el milagro con el niño y muy obedientes construyeron una casa donde por primera vez la gente conoció a Ignacio quedándose a vivir con ellos por un tiempo hasta que murió. En la actualidad esa casa es el templo de San Ignacio en el distrito de Ichuña, allí se venera al santo que es el patrón del pueblo y que la gente quiso honrar su memoria nombrando el pueblo como San Ignacio de Ichuña, en la provincia de Sánchez Cerro, departamento y región de Moquegua.
Mario Poma Curi

MUJER DE ARENA

No sé si será un cuento o una leyenda lo que les voy a decir, Ud. crea lo más conveniente:

Hace mucho tiempo en la Pampa Inalámbrica vivían una linda jovencita con sus padres. La joven siempre solía pasear por las noches para encontrase con su enamorado. En algunas ocasiones se escapaba de su casa porque sus progenitores se oponían a la relación con el joven. La pareja se pasaban conversando toda la noche y por el día se dedicaban a dormir. Es por eso que los padres tomaron la férrea decisión de no dejarla salir a la joven ni a la puerta de su casa.

Una noche ante la negativa de los padres, la joven decidió escaparse de su casa con su enamorado, planeo muy bien lo que iba a hacer y en el momento más oportuno decidió salir de su casa por la noche. Con su enamorado quedaron que sería el cerro el lugar del encuentro, caminó mucho y tras el largo recorrido se dio con la sorpresa que su enamorado no llegó, pasaron hora y horas y no hubo siquiera esperanzas que el enamorado llegara. Se puso a llorar y de tanto estar en este estado se quedó profundamente dormida.

Nadie sabe hasta el día de hoy su paradero. Los padres siempre van a buscarla por donde le dijeron que la vieron la última vez y solo encuentran figuras de arenas que se asemejan a una mujer. Muchos dicen que los ventarrones se la llevaron aquella noche de espera y cada vez que corre viento fuerte en la pampa inalámbrica, trae arena en su corriente para formar figuras de mujer.

Leopoldo Llanque Mamani
UN DIA EN EL PUEBLO DEL CORAL
En un pueblito ubicado cerca a la playa, vivían todos los habitantes del mar, por eso le pusieron de nombre CORAL. Los habitantes más queridos eran el Pez Sierra y el Pez Martillo admirados por los hermosos trabajos que hacían para toda la ciudad, despertando la envidia de otros pobladores. Ellos habían aprendido el oficio de sus padres y sus padres, de los abuelos; estaban muy contentos porque eran expertos en lo que hacían. Un día el tiburón, hombre desocupado y sin futuro, llegó al pueblo muy molesto, y a quién miraba por la calle le increpaba su presencia. Se fue directamente donde los amigos carpinteros y comenzó a destruir los hermosos trabajos que estaban a la vista de todo el mundo. El Pulpo como autoridad policial, tomó preso al intruso y lo envió al calabozo, prometiéndoles a los agredidos un juicio justo con todas las de la ley.

Para sopesar la amargura del Pez Sierra y el Pez Martillo, el Delfín, músico de profesión y amigo de los desdichados, fue a visitarlos y a decirle que en la vida de todo hay y no se amilanen por un simple accidente; ante eso les interpretó una hermosa melodía que les levantó el ánimo y nuevamente comenzaron a realizar bellos trabajos.

En el juicio por daños y perjuicios, la Ballena Blanca fue quien defendió a los carpinteros y la Orca, otra ballena, defendió al tiburón. Se alegaron muchas disculpas, por un lado se dijo que los carpinteros no hicieron nada al susodicho, por otro, se manifestó que tendríamos que entender al tiburón por haber tenido una vida desordenada y que había aprendido todo lo que sabe de sus padres. Sin embargo el pueblo, ante tan difícil, situación, opinó que el tiburón tenía que abandonar la ciudad. Y dejar a todos los del pueblo del Coral trabajando pacíficamente. Que en pueblo de Coral solo se vive para cantar y amar.

Prof. Mario Poma Curi

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